La mentira es lo que se dice contrario a lo que se sabe, se cree o se piensa.  Pero también quien repite lo que no le consta trasmite a los demás su propia equivocación y esa es otra forma de mentir.  Cada quien tiene su relación con la mentira. Por ejemplo, hay quienes recurrimos a la mentirita blanca por ser piadosa.  Otros mentimos a menudo, casi por costumbre en temas poco relevantes. También hay quienes mentimos esporádicamente a propósito, generando daño a los demás o persiguiendo beneficios personales. También existe la mentira en boca del mentiroso patológico con trastornos de conducta. Los fundamentos de la mentira se pueden encontrar en la búsqueda de satisfacción, prestigio, dinero y poder. Esa es la mentira del cínico, frecuente en gobernantes, politiqueros, banqueros y abogados.  También mentimos por costumbre, por miedo, por rutina, por ignorancia. Mentimos para que otros crean lo que no es, prefiriendo también que nos mientan para no aceptar la realidad. La mentira llena toda nuestra vida. Hay mentiras terribles y brutales, pero la más terrible de las mentiras es la que uno se hace a sí mismo, negando y engañándose. La mentira es incompatible con la compasión y amor, regalo de la vida al ser humano y que nosotros los seres humanos despreciamos de muchas maneras.