A muchos de nosotros nos gusta el chisme caliente. Parece que meterse en la vida ajena nos da un disfrute sutil y a veces hasta grosero. Este es un mal endémico acomodado en el cerebro de casi todos nosotros: entrometerse y juzgar. Pero puede ser que juzgar sea un truco psicológico para no tener que ver nuestra propia conducta.  La mayoría llevamos una vida tan miserable y vacía que vamos proyectando en los demás lo que no queremos ver en nosotros mismos.  Del segmento «Córrase hay espacio» del noticiero de Guatevisión de los sábados a las 7:00 PM arturoarchila@gmail.com