Vivir en pareja no es fácil. No existen medios sencillos para hacer fácil que dos mundos diferentes, se compenetren viviendo en armonía. El amor en pareja es un desafío que va más allá de las recetas como “el decálogo del buen marido” o “las 30 reglas de los matrimonios de éxito”. Vivir en pareja es algo serio y es propio del amor, la profundidad libre de negación, mitos y fantasías. Es la sinceridad un fundamento sin el cual el amor no es amor sino mero capricho. En el matrimonio se cometen errores y grandes errores, pero lo importante no es cometerlos sino corregirlos. Y se corrige fundamentado en que el verdadero amor establece siempre vínculos duraderos y responsables, donde se sacrifican los caprichos y se aprende a compartir sin condiciones. Donde reina el amor, no hay luchas de poder ni quién es el que manda, ni quién es el que ordena. Hay entrega. Y precisamente porque el amor más entregado y más fiel es el más hermoso, uno descubre que no hay fórmulas para ello; que no es fácil, pero que tampoco es imposible. El matrimonio es una institución, por supuesto. Pero también es mucho más que una institución, es de todas las relaciones, la relación más profunda que tiene un ser humano. Y es desde ese punto que el matrimonio se comprender, se vive, se consolida o se termina para siempre.