perdedor

Las palabras son la forma más sencilla de comunicarnos. Aunque comunicarnos no es tan sencillo.  Parte del problema es darle demasiada importancia a las palabras.  Es por eso que la palabra “perdedor” de boca en boca y de cerebro en cerebro toma gran importancia sin tenerla. Entre las múltiples divisiones del mundo hay quienes dividen a la humanidad en perdedores y ganadores. Así pues, el pragmatismo mal entendido ha establecido sus reglas basadas en el prestigio y el provecho como criterio de verdad y de bueno. Esta simplona manera de pensamiento, aunque para muchos sea atractivo se fundamenta en el utilitarismo y la competencia, en una insana ansiedad por ser alguien.  Todo aquel que esté fuera del prestigio, la ganancia, el poder, el utilitarismo y la competencia es un perdedor.   Desde niños, en el juego, nos mal enseñan que hay ganadores y perdedores, la diversión no esta en el juego en sí mismo sino en ganar.  Si el dinero, el provecho y el prestigio son la medida para ser alguien, entonces el Buda quien dejó un palacio para buscar la verdad, sería un perdedor y Francisco de Asís quién renunció a la fortuna de su padre para servir a los demás, sería otro perdedor.  Se dice que los valores se han perdido, es probable que no, sin duda están ahí soterrados por los valores que están de moda.