Las ratas tienen dos sistemas olfativos: uno que les permite oler la presencia cercana de un gato y otro que les permite oler gatos a distancia. Sin embargo, la rata sabiendo que hay gatos rondando a distancia no tiene miedo ya que sería insoportable vivir siempre con el trauma emocional de ser amenazada por la presencia de gatos que se encuentran a muchos metros de distancia. Su miedo es la amenaza real e inmediata de un gato. Los seres humanos a diferencia de las ratas, vivimos casi siempre con miedo imaginado. Con miedo a miles de cosas: miedo a la pobreza, miedo a la enfermedad, miedo a que nos roben, a la soledad, al fracaso, al rechazo, miedo al desempleo, incluso hay quienes experimentamos el miedo con tanta angustia que le tenemos miedo al propio miedo. Pero muchos de estos temores pocas veces son amenaza real.  Lo cual significa que mantenemos por nada un sufrimiento anticipado e innecesario. Tal vez el miedo sea siempre el mismo: un solo temor que interpretamos como varios distintos. Nos dan miedo muchas cosas pero el temor no puede dividirse. Esto no es una conclusión, ni una creencia, es algo que todos podemos vivenciar.  Cuando nos damos cuenta que el temor no puede dividirse, hemos hecho un gran descubrimiento, entonces ya no hay eso que nos da miedo si no que se ve el miedo en sí, tal cual es.