Hay una ley que no esta escrita pero que se cumple, en muchos hogares, casi al pie de la letra.  A esa ley le llaman “ley del hielo”, lo cual significa que por un tiempo indefinido no te voy a hablar; porque dijiste algo molesto, porque me heriste, porque no estoy de acuerdo contigo, porque te odio, porque no me interesa o para darte una lección. Dejarse de hablar bajo el mismo techo es otra forma de agresión.  Hay un silencio mal sano, donde el ego se desplaya a sus anchas y subyace la rabia, la tristeza, el resentimiento, el miedo.  Uno se pregunta ¿Cómo se puede vivir así?