Se ha dicho, en tono de broma, que Miguel Ángel Asturias dijo que en Guatemala la única manera de vivir es bien borracho. También es chiste popular decir que el alcohol es el psicólogo de los pobres, porque es más barato que una psicoterapia y ayuda a sobre llevar la vida. El hecho es que en la vida real, el alcohol no tiene nada de gracioso. El alcoholismo trae sufrimiento y muerte. El alcoholismo es causa de divorcio, de más pobreza porque se gasta en detrimento de lo esencial, de desempleo, de abandono, de pleitos, de accidente, de trauma familiar, de enfermedad y de muerte. El alcohol es una droga, y aunque sea legal y socialmente tolerable, no le quita lo adictivo, lo progresivo, lo dañino físico, psicológico y social. Hay quienes dicen que no son alcohólicos por el hecho que no se quedan tirados en la calle; pero, si uno depende del trago para estar contento, para sentirse seguro, para ser más comunicativo, para relajarse, para ser conquistador, o para olvidarse de los conflictos; le aseguro que sin duda, tenemos un problema serio de adicción y dependencia psicológica. El cerebro no necesita alcohol; necesita verduras, legumbres, frutas y jugos. No hay borracho fino ni borracho barato, en esencia el problema es el mismo: depender de una sustancia para sobre llevar la vida.

Arturo Archila/Psicólogo clínico