celos

 

 

 

 

 

 

El primer vínculo del niño con la madre se basa, entre otras cosas, en la creencia: “Necesito que me ames para sobrevivir”. Al nacer todos somos vulnerables y victimas potenciales, no hay duda que necesitamos alguien más grande y maduro que nos cuide, de lo contrario moriremos. Sucede a veces que esa fase de vulnerabilidad no se resuelve y quedan remanentes que se manifiestan en la vida adulta, sobretodo en las relaciones amorosas. Entonces nos volvemos muy pendientes de la pareja, no hay calma ni capacidad de mantener distancia en nuestras relaciones porque movilizamos demasiados temores, fantasmas y ansiedad con el fuerte sentimiento de estar desvalido.  Más aun, si nuestra pareja coquetea o nos deja por otro, pensamos que no podremos vivir sin ella. El cerebro se inquieta y el pensamiento empieza a rumiar “Ella, es lo más importante que tengo y si no está me moriré”. Por supuesto que nadie se morirá, la teoría dice que estos celos primarios son el viejo miedo a perder la a madre proyectados ahora sobre nuestra pareja. Lo real es que en ausencia del objeto amado habrá tristeza, angustia incómoda, pero nada más.  Por muy doloroso que sea, cuando vemos intensamente las propias respuestas y los enredos del propio pensamiento, después del umbral, solo queda la tranquilidad y la comprensión.