Se ha dicho que la crisis social que estamos viviendo es derivada de la pérdida o falta de valores. El ser humano del siglo XXI inescrupuloso, violento, mentiroso, competitivo, frívolo, inválido de empatía, es producto, no de la pérdida de valores, sino como consecuencia  de los nuevos valores a los que nos aferramos compulsivamente y, que están sustentados en un Yo totalmente despotricado, cuyo objetivo es el provecho, el prestigio, el poder y el placer.  De ahí que el discurso secreto, pero evidente del Yo, sea: primero yo, segundo mis necesidades y tercero todo lo que yo quiero.  Nuestro afán ya no se encuentra en los viejos valores de dignidad, honor, honradez, equidad y amor al prójimo, sino en valores donde lo más importante es la relación del ser humano con la propiedad y su acumulación, lo cual corrompe la relación con los demás porque excluye la cooperación de unos con otros para el bien común. Los nuevos valores están sustentados en la fragmentación lo cual engendra divisiones políticas, sociales, económicas, geográficas, étnicas y religiosas. Los nuevos valores están en la mayoría de nosotros, son la parte oscura de nuestra vida psicológica. Habrá que verlos con la luz apacible del que ve sin negar ni aceptar, de donde emerge la comprensión absoluta del conflicto.

Arturo Archila/Psicólogo Clínico