En cada uno de nosotros yace su propio enemigo manifiesto en el pensamiento que se inventa enemigos sin ver subyacente el propio temor y la rabia. El mismo que nos lleva al conflicto, a la incoherencia, a la conducta errática, al desaliento, a las adicciones o a la tristeza. El pensamiento se inventa de enemigo al vecino, a veces a la esposa, al hijo problema o al compañero de trabajo.