Es decir, hay dos maneras de ver, pongamos por caso la ira.  Una manera de la memoria, y otra manera de la percepción.  ¿Qué queremos decir con esto?  Yo puedo ver mi propia ira diciendo: “yo estoy enojado”.  Esa es la manera de ver la ira desde el punto de vista de la memoria.  Pero en cambio, puedo ver mi propia ira, mi propio enojo, sin decir nada, sin decir: “yo estoy enojado” sino sabiendo que todo lo que yo soy en ese momento en que estoy enojado es enojo, es ira.  Entonces se produce una verdadera percepción nuclear (insisto en la palabra), directa, del hecho del enojo.  Entonces, no establezco la división que la memoria hace con el enojo de decir: “yo estoy enojado”.  Ahí no más hemos creado una fragmentación, una división, producto de la memoria, producto de la memoria que no sirve, digamos.

Ya hemos dicho que hay parte de la memoria que sirve, pero en este caso no me sirve. Cuando digo: “yo estoy enojado”, para ver mi enojo, es necesario hacerlo de una manera nuclear, de una manera directa, con absoluta percepción, mi memoria no tiene ninguna función.  Y cuando ve el enojo de esa manera, el enojo cesa.  Yo creo que esa forma de ver es inteligencia, y cuando vemos y vemos los aconteceres interiores constantemente, con una disciplina, digamos así, cuando estamos interesados en verlo, nuestra inteligencia crece, entonces por supuesto mi memoria también…

Rubén Feldman González , «Psicología del Siglo XXI», pg. 96

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