Homenaje al hombre sin prisa

Escrito por  Arturo Archila/psicólogo clínico

 

No más prisas.  De pronto se aprende que andar apurado no ayuda a nadie; antes bien, lo desgasta.  Es duro sostener el mundo con libras adicionales de urgencia.  Pero, ¿es posible que hoy en día un hombre llamado “productivo” no tenga prisa?  Un hombre que se jacte de importante se angustia, corre, maximiza, acelera, desplaza su vida hasta el final de una meta para iniciar, en pronto, otra carrera.  Le falta sensibilidad para llorar pero cuando lo hace, llora de impaciencia.  “ Marta, Marta, tú te inquietas y te turbas por muchas cosas, pero pocas son necesarias o más bien una  sola”   (Jesús, hace dos mil años en tinta de Lucas).  Para llegar  a nosotros mismos ,no se necesita ni siquiera de un minuto; todo lo demás es secundario y puede ser o no urgente, pero sin apuro.   Si la soledad y el silencio depositan en nosotros mares de vida; la suprema quietud también sabe hacerlo.  La determinación de soltar la prisa no es cuestión de edad, sino de afán por actuar con genuina libertad y menos agonía.  Hay demencia en la plusvalía del hombre con prisa; su locura es no comprender que no hay tiempo para estar apurado.  Puede ser que un organizador pragmático nos dé finalmente la felicidad y la justicia, pero para ganar humanidad no se requiere prisa ni tiempo, sino intención inmediata.  Cuando lo sagrado reclama en el hombre urgentemente su sitio, la manifestación de lo bueno nos llega en la acción inmediata de la quietud y el silencio.

Publicado originalmente el 19 de Septiembre de 2005 en el diario Siglo XXI