Soledad, miedo y escape

Escrito por Arturo Archila/psicólogo clínico

 

Hay la soledad experimentada por el pensamiento y la soledad vivenciada más allá del pensamiento.  La soledad que la mayoría de nosotros conoce es la que experimenta el pensamiento

La soledad tal como la conocemos, incluso no es fácil de definir.  En términos sociales es presentarla como un subproducto de la mayoría de las sociedades donde cada quien anda en lo suyo y de la invasión tecnológica donde la mejor compañía es una pantalla de plasma. Pero aún siendo ajenos a estas circunstancias, la soledad también la interpretamos como algo que nos desgarra con torbellinos de pensamiento por temor a la ausencia, al abandono y al silencio.

Cada persona tiene idea y experimenta la soledad de forma diferente. La soledad es una experiencia que todos conocemos pero también, es una palabra bajo la cual manifestamos realidades diferentes, distintas formas de entenderla y de vivirla. La gran mayoría asociamos la soledad a la ausencia de una relación de pareja, no tener amigos,  a la falta de actividad social, a la timidez o al abandono.  No hay duda que el miedo a la soledad puede vivenciarse angustiosamente por la terrible necesidad que tenemos de compañía, de hablar (despreciamos el silencio) o de ser alguien.

Hay dos características esenciales en la experiencia más común de la soledad. La  primera es muy concreta, es tangible y consiste en la ausencia de relaciones interpersonales de tal manera que nuestra soledad depende de la trama de relaciones que tengamos.  La  segunda es de tipo psicológico y se relaciona con la vivencia de sentirnos solos o creer estar solos.

No es lo mismo estar solo que sentirse solo, pero en ambos casos los pensamientos pueden ser los mismos: de vacío, tristeza y miedo;  una sensación de vacuidad insípida, una mezcla de angustia y  frustración.  Hay quienes han interpretado la soledad como un profundo dolor que en la antropología de la existencia nos conduce al aprendizaje de una lección. Pero, ¿Será cierto que tengamos que aprender alguna lección con la soledad? ¿Son inherentes la soledad y el dolor?  ¿Hay relación entre la soledad y los escapes como el alcohol, el exceso de comida, la TV o Internet? ¿Es soledad estar sin compañía? ¿Es la falta de relación un aprendizaje?

La soledad y el silencio expresan una acción que muchos no comprendemos. Sin duda algo puede ser ad-prendido (atrapar hacia si) en la soledad. Pero de pronto no con el pensamiento ni con ideas del significado de una lección. ¿Es posible tener contacto con la soledad más allá del dolor, la angustia o del parloteo del pensamiento? ¿Es posible la soledad sin observador, no como idea, no como metafísica, no como abstracción mística? Ésta exploración de la soledad es sin duda más sincera, más honesta, más allá de la miseria del quejumbroso YO que siempre lame sus heridas sean reales o inventadas.