Vivir tenso es algo muy común en todos nosotros. ¿Será la tensión producto de este complicado laberinto que llamamos vida? Alguien dijo que el origen de la tensión es el conflicto de querer ser lo que no se es. Casi todos estamos intentando ser algo o alguien porque en el fondo negamos, rechazamos o no queremos ver tal como somos. Adoptamos un ideal luchando y esforzándonos para llegar a ser eso que no se es; lo cual invariablemente crea la tensión. Hay una brecha entre la realidad y el anhelo, y es el anhelo, lo imaginado, el ideal lo que adquiere una mayor importancia, mientras que la realidad lo que realmente somos lo minimizamos, lo negamos o simplemente no lo vemos. No obstante, cuando nos aceptamos totalmente, cesa la tensión. ¿Es el pensamiento el generador de esa tensión?  La tensión proviene del pensamiento, entre más vida imaginaria más tensión. Esta aceptación total no es verborrea sino comprensión y completo aprendizaje. Es evidente que la aceptación no es conformidad, tampoco se trata de una fórmula terapéutica o método psicológico. La aceptación como la comprendemos es algo mucho más profundo. Algo que sucede y está presente cuando se mira intensamente la realidad sin acomodarla, sin inventarla, sin ocultarla.