ira

La psicología ha considerado la agresividad como un componente innato de la estructura biológica del hombre. ¿Dónde inicia su utilidad sana (si es que la tiene) y cuando se vuelve destructiva? El problema es que en la vida cotidiana nuestro contacto con la agresividad ha sido con su rostro perturbador: guerras, competencia, violencia, crueldad, frustración y la conducta constante  de irritabilidad que en el ser humano se ha vuelto más común que la aspirinita.  El estallido de la rabia nos complica la vida y es por eso que la sociedad desde pequeños nos enseña a controlarla. Pero la realidad es que nadie la controla, de hecho no se puede; evidencia científica nos conduce a que la ira o rabia pertenece más a un sistema nervioso autónomo.  Lo único posible que sucede con la rabia es que se expresa, se reprime o se sublima; pero hay que tener muy claro que la rabia que se expresa destruye y la que se reprime, tarde o temprano, se vuelve contra nosotros o contra el mundo.  Ese ha sido nuestro círculo de miles años. Sin embargo, no hay necesidad de arrojarla sobre nadie. La rabia, al igual que el miedo y la tristeza son productos innecesarios del cerebro. ¿Por qué el hombre reprime tanto y se vuelve tan insano?  La actual Psicología Holokinética  enseña que cuando la rabia se acepta y es vista apaciblemente, en intenso silencio, la rabia desaparece.