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Fragmentar, dividir, clasificar es una constante del pensamiento. De aquí se deriva que los seres humanos nos veamos diferentes unos de otros. Esta es una ilusión de la mente, sin embargo, las múltiples divisiones sociales, etnias, nacionalidades, religiones, acentúan la idea de las diferencias, produciendo en nosotros una mayor confusión mental. Hay cosas que no se enseñan o que son poco perceptibles, pero hay verdad en el hecho es que todos los seres humanos somos iguales. Quizá tengamos la suerte de vivir en una mansión con empleados a nuestro servicio, pero ¿Somos diferentes psicológicamente de los que viven en una pequeña casita? Seamos ricos o pobres, vivamos en Haití o en Holanda, vivamos donde vivamos, sea cual sea nuestra situación en la vida, todos sufrimos y morimos.  El miedo, la rabia y tristeza son comunes en todos nosotros, nuestro deseo de vivir, las sensaciones del enamoramiento y la vivencia fugaz del amor son en todos iguales.  ¿No es acaso nuestra psicología un racimo de temores y esperanzas, pequeños momentos de placer, ambiciones, creencias y sufrimientos? Sea un campesino, un obrero o un magnate, la camisa será diferente pero en esencia, en lo esencial todos somos iguales. Esta verdad podría cambiar el mundo sin tan solo  pudiésemos verlo con  suma claridad.