El alcoholismo es adicción. Cuando la persona adquiere tolerancia al alcohol, el organismo se acostumbra y la ingesta se vuelve progresiva. El alcoholismo no es un problema de moral, ni de falta de valores, ni nada por el estilo.  El alcoholismo es un problema de salud.  Echarse los tragos no es el problema. El problema es que la persona necesita del trago para estar alegre, para desinhibirse, para obtener aceptación social, para sentirse valorizado, para olvidar sus preocupaciones. Ese es el verdadero problema: la dependencia psicológica a la bebida. La gente no toma por casualidad, toma por tres razones: Una, para compensar psicológicamente lo que creen que les hace falta; Dos, para escapar de la realidad; y tres, porque la sociedad nos ha amaestrado para beber. Otro problema del alcoholismo, es que nuestros hijos se han vuelto el mercado objetivo para convertirlos en consumidores en una sociedad inescrupulosa que los lleva directo al alcoholismo crónico. Por ésta y otras razones emborracharse ha adquirido una importancia cultural desmesurada entre gente joven. No se exagera cuando se afirma que el alcoholismo, por un poquito de alegría y suficiente de evasión, aparte de los problemas que causa en el hogar, solo te puede conducir al hospital, a la cárcel o la muerte.